un nuevo integrante

Agosto de 2013, estoy sentado en mi cuarto haciendo tareas junto con un compañero, mi hermana llega a casa, un poco feliz pero con un semblante de miedo a la vez en su rostro, entra a mi cuarto y le extiende a mi compañero un papel

-¿en serio Zuleima?

En ese momento detengo mi trabajo y alertado por las palabras de mi compañero hacia mi hermana pregunto

-¿qué pasó?

Mi compañero me entrega el papel y en el logro leer el nombre de mi hermana, en la parte superior se hace notar el nombre de una entidad en la cual se hacen exámenes de sangre, luego de leer que era prueba de embarazo y ver que el resultado dio positivo, solo se me ocurrió pensar en mi madre, y en la reacción que tendría, muchas ideas pasaron por mi cabeza: mi hermana y yo durmiendo bajo un puente, mi papá ahorcando al novio de mi hermana, mi mamá desmayándose entre otras en las cuales demuestro que mi imaginación va bastante lejos.

No pensaba dejar que mi hermana se fuera sola, si la echaban me echaban a mí, después de pensar todo eso solo se me ocurrió preguntar

-¿ahora que va a hacer? ¿Cómo le va a decir a mis papás?

Mi hermana solo acató a responderme con una risa sinvergüenza en su rostro con un

-no sé…

-abortar no es una opción

- ¡NO¡ ¿está loco?

En mi hogar al ser bastante católicos siempre nos  inculcaron nuestros padres, que en caso de que mi hermana o alguna de nuestras novias quedara en cinta, el aborto no sería una opción, que en llegado caso solo tuviésemos la suficiente confianza en ellos y les contáramos, y pues fue lo que le tocó hacer a ella.

Unos días después de haberme enterado, estando una noche en la sala junto con mis padres, mi hermano y su mejor amigo, llegaron mi hermana y su entonces novio, yo solo pude mirar a mi hermano (quien ya también sabía ) y decirle que saliéramos, y después de salir cerramos la puerta.

Estando afuera sentados, a la expectativa de quien daría el primer grito, me asomé por un pequeño agujero que tiene la puerta y los vi ahí, mi cuñado y  mi hermana, sentados en el sillón, a la expectativa, mi cuñado inició diciendo


-bueno don Antonio, doña Nancy, Zuleima y yo vinimos porque tenemos que hablar de algo muy importante con ustedes, lo que pasa es que no hemos sido responsables al momento de tener relaciones, en consecuencia de los actos inmaduros y sin censura,  queremos decirles que estamos esperando un bebé. Para lo contrario de lo que yo esperaba, mi padre actúo muy calmadamente puesto que mi madre ya lo venía sospechando… como bien dicen el sexto sentido de una madre no miente y efectivamente en este caso obtuvo más que afinidad en sus pensamientos y la acciones de mi hermana,  sin embargo; mi madre quien se veía muy afectada con lo que estaba pasando solo lloraba por la desilusión tan grande que sentía su corazón.


Pasaban los días y mamá seguía llorando inconsolablemente, el ambiente en la casa era bastante pesado, luego con el tiempo la barriga de mi hermana fue creciendo junto con mi sobrino o sobrina ahí adentro, y ya después de un tiempo todos estábamos a la expectativa de conocerle.


El día de la ecografía fui junto con mi hermana y mi mamá, nos dijeron que era un  niño, y todos estuvimos muy contentos. En palabras de mi hermana escuchamos “Mi cuerpo se sentía extraño, efectos nuevos abordaban mi piel, físicamente apreciaba lo hermoso;  sin embargo mentalmente desconsuelo y preocupación.

Parecía un pececito nadando tranquilamente, percibiendo  dentro del vientre residuos amargos que producían y causaban  esa sensación de cosquilleo junto a vacíos inevitable, la ansiedad o incertidumbre aumentaban con cada movimiento, desarrollando diversos estados de ánimo, sin dejar de lado sentimientos como amor y optimismo que  me incitaban e inducían a batallar contra cualquier obstáculo. Meses corrieron, junto a ellos la intranquilidad y malestar se transformaron en felicidad, pero como todo tiene su ciclo, la nueva etapa estaba a punto de iniciar”


Marzo 10 de 2014. La cesárea estaba programada para ese día, mi hermana desde muy temprano se fue junto con mi mamá a la clínica, llevando en la pañalera todo lo que necesitaría Santiago, nombre que mi hermana había decidido ponerle. Junto con mi hermano pasamos por la clínica alrededor de las 11 del día, y aun no había siquiera entrado a quirófano mi hermana.



Más tarde su  figura se encontraba desvestida en un recinto cuando el sol levemente asomaba su radiante esplendor, el décimo amanecer  del tercer mes en el año dos mil catorce, donde por sus arterias franqueaba cierta cantidad de solución medicada, mientras su  corazón y razón asimilaban lo próximo a cumplirse. Ese día nació el bebé pero no pudimos verlo. El 11 de marzo, llegué muy temprano a la clínica junto con mi papá, me dejaron entrar después de hacerle cara de madre a la vigilante, “siga al fondo y luego hacia la izquierda” aún recuerdo la tensión que sentía al caminar, por fin la espera había acabado, nueve meses anhelando tener la oportunidad de acariciar su rostro y por fin estaba a tan solo unos pasos de hacerlo, entré al cuarto y ahí estaba mi hermana, destruida y con ojeras en sus ojos, despeinada, y recostada de una forma casi medieval en esa camilla, y envuelto en sabanas estaba él, un poco rojo, y gordito, mi hermana me dijo que al verlo por primera vez vio en el mi rostro, ya que según ella, nuestro parecido físico era bastante, yo estuve tanto tiempo esperando por este momento que cuando sucedió, no supe que hacer, cómo actuar, que decir… Vino al mundo a las once y veintiséis am con un peso de cuatro mil doscientos gramos  y cincuenta y un centímetros de largo, su cutis sedoso, pegajoso, húmedo y corchado me enseñaba lo majestuoso que llega a ser el desarrollo de una criatura, sus luceros grises e hinchados, nariz chata, labios carnudos me llevaban amar su rostro un tanto colorado, contemplando cada vasito de su pómulo infiriendo sobre el color de su piel, cabello fino, negro y oscuro como la noche. Simplemente no dejaba de lado la preocupacion, qué se va a hacer, como se va a sacar este bebé adelante ya que mi hermana en el trascurso de su embrazo detectó un fastidio hacia el papá del niño por lo tanto decidió pasar su embarazo sola con la familia, debido a esto mi excuñado se olvido de que venía un hijo en camino y simplemente decía “si ella no vuelve conmigo yo no respondo por el bebé”. Basicamente desde ese momento supimos que la responabilidad correría por cuenta de mis padres ya que ella no tenía un trabajo aún.


Pero nada, ningún pensamiento,  podían opacar los sentimientos que abordaban y volaban en un va y ven por la habitación en ese momento, Santiago no despertaba, solo quería dormir; sin embargo al momento de estar ya en casa y prepáranos para dormir a él por arte de magia se le iba el sueño y nos daba serenata todas las noches durante aproximadamente su primer mes.


El tiempo fue pasando y Peter, el papá de Santiago no se pronunciaba, sin más preámbulos no se le dio más importancia a eso, en la casa éramos la familia más feliz pues un bebé alegra la vida de cualquier ser humano, antes era lo menos querido y hoy  era lo más amado, todo giraba en torno a él, tocándonos fibras sensibles con su ternura nos hacía olvidar de cualquier tipo de problema o percance que tuviésemos en esos instantes, Santiago fue creciendo y cada vez se parecía más a mí, según mi hermana, meses después mi hermana empezó a trabajar y del mismo modo a solventar las necesidades del niño durante dos años aproximadamente ya que le toco renunciar para poder estudiar y darle una vida con calidad  a mi sobrino, con el trascurrir de los días en la universidad conoció un joven que en ese tiempo cursaba el quinto semestre y empezaron una relación cuando Santiago tenía dos años, desde entonces ha sido la figura paterna del niño ha estado incondicionalmente para él y ha sabido sobrellevar miles de obstáculos para que Santiago tenga lo necesario y muchas veces lo innecesario también. Hoy Santiago tiene cuatro años y ha sido criado con valores por parte de una familia que ha estado al pendiente de sus necesidades siempre; pero sobre todo, dejando de lado el “con un bebé no es capaz de salir adelante, ay con un niño es muy complicado, ¡ay no! será mamá soltera...” todos estos pensamientos erróneos que tiene la gente muchas veces incluyendo nuestro familiares, son los que llevaron a mi hermana a salir adelante y a demostrarle al mundo que con o sin hijo se puede triunfar en la vida, nadie dijo que sería fácil pero imposible no es y no será siempre y cuando haya un amor inmenso como el de una madre a su hijo y el velar por sus derechos, bienestar y sueños.